Uno de los mayores espacios desconocidos en la Universidad Autónoma es el Museo de Mineralogía. Muchos de nosotros, después de haber disfrutado de continuos viajes a Cantoblanco, ni siquiera sabemos dónde está y qué contiene.
Se trata de un museo de diseño vanguardista que se inauguró en 1971 (ahora cumple sus bodas de oro). Fue un empeño del entonces director de departamento, ahora denominado de Geología y Geoquímica, Julio Rodríguez Martínez, que encargó a Carlos Díaz Mauriño, su primer responsable, la labor de provisión y catalogación de minerales de todo el mundo.
Desde el primer momento los fondos del Museo han ido incrementándose gracias a la labor de María Asunción Millán Chagoyen y en la actualidad, de Rosario García Giménez, a través de la adquisición de ejemplares únicos por su belleza y excepcionalidad. El Museo se distribuye siguiendo la clasificación y las directrices de las clases o grupos de Strunz, en función de los grupos aniónicos que identifican cada mineral por su
composición química, característica fundamental en la definición de mineral procedente directamente de la naturaleza (haluros, sulfuros, carbonatos, nitratos, silicatos…), además de otra clase que agrupa a los elementos nativos, y la residual, de compuestos minerales con naturaleza orgánica.
Cada una de estas clases minerales ocupa un expositor, con sus variedades más representativas identificadas por nombre, fórmula, sistema de cristalización y procedencia. Estas vitrinas comparten espacio con una especial en la que se han situado los minerales con reacción a la luz ultravioleta, lo que les hace especialmente atractivos en la naturaleza.
En el espacio del Museo el visitante se deleita con ejemplares de pirita, galena, yeso, moscovita, biotita, lepidolita, berilo, diferentes variedades de cuarzo, turmalina, baritina, granates, estaurolita, azufre, blenda, amazonita, feldespatos, bórax, calcita, dolomita y un largo etcétera que se ha ido incrementando en número con el tiempo.
Todo esto hace que sea imprescindible una visita a este espacio, donde es fácil comprender el deseo de los seres vivos de poseer alguno de estos ejemplares, en bruto o tallados, desde que aparecieron en la faz de nuestra Tierra por su utilidad u ornato.
No pierdas la oportunidad de conocer este maravilloso museo y concierta una visita escribiendo a museo.mineralogia@uam.es.
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