Carmen Marcos

(Madrid, España, 1960)

Carmen Marcos Alonso (FIL'84) como subdirectora del Museo Arqueológico Nacional, dirige la Coordinación Técnica. Como especialista en numismática ha publicado numerosos artículos, además de impartir cursos y conferencias. Todo ello le llevó a participar en el caso Odyssey, referente al expolio de la Fragata Nuestra Señora de las Mercedes.

¿Cuáles son tus principales responsabilidades como subdirectora del MAN? ¿Cómo se reflejan en tu día a día?

Como subdirectora ejerzo la Coordinación Técnica del museo, de las diferentes áreas vinculadas más estrechamente con las funciones propias de la institución: los departamentos de Investigación, que tienen a su cargo las colecciones, y los de Conservación, Documentación y Difusión. Implica la coordinación e impulso de los planes establecidos desde la Dirección, y el seguimiento de los programas que se van implantado. Podríamos decir que es un trabajo “entre bastidores”, con la finalidad de que cada día tenga mayor visibilidad. Todo esto se traduce en un día a día bastante agitado, pero también emocionante. Cada departamento tiene proyectos muy interesantes, además de las numerosas propuestas de colaboración que llegan de fuera.

Entre los años 2008 y 2013 se desarrolló un proceso de reforma del Museo cuyos resultados pudimos ver a partir de 2014. ¿Con qué retos os encontrasteis? ¿Consideras que habéis cumplido con los objetivos fijados?

Desde la instalación del Museo en su sede actual, en 1895, el edificio había sido objeto de numerosas intervenciones y modificaciones, pero la remodelación emprendida en 2008 era, sin duda, la de mayor envergadura de su historia. La última intervención databa de los años setenta y era necesario hacer frente a los nuevos usos y funciones que la sociedad actual reclama de los museos. Entre otros muchos aspectos, el edificio carecía de áreas de acogida amplias para organizar la distribución de un público cada vez más numeroso, había un desorden de usos, se necesitaba ampliar su superficie, mejorar las condiciones de accesibilidad y también un cambio y una actualización de su museografía y de los contenidos de la exposición. Uno de los retos fue realizar todo esto manteniendo el museo abierto al público la mayor parte del tiempo posible, con unos plazos de obra muy ajustados y, muy importante, llevando a cabo el movimiento y control de los más de un millón de bienes culturales que custodiamos. La elaboración del discurso también fue una tarea ardua teniendo en cuenta que se exponían más de 13.000 objetos de los que se quería ofrecer la mejor y más actualizada información de los mismos, integrados en un circuito que abarca un amplísimo margen cronológico y cultural desde la Prehistoria hasta el siglo XIX.

Fueron años de un trabajo muy intenso, pero mereció la pena y sí, se cumplieron los objetivos fijados. La intervención arquitectónica logró dotar de unidad y coherencia a los distintos espacios -públicos, internos-, se ampliaron las áreas destinadas a los visitantes y a la exposición, se pusieron al día las colecciones y se transformó su presentación de manera integral en un montaje que ha resultado atractivo e interesante para nuestros usuarios. Las encuestas muestran un grado de satisfacción muy elevado -por encima del 8,7 sobre 10-, con un 94,3 % que recomendarían su visita a familiares o amigos. Pienso que la exposición transmite el entusiasmo y la emoción del personal del museo y del resto del equipo que trabajó en su remodelación.

En la actualidad, los museos son espacios abiertos que fomentan la participación de los usuarios. En este aspecto, ¿cómo conecta el MAN con el conjunto de la sociedad?

Una de las principales preocupaciones ha sido el conectar con colectivos que tienen especiales dificultades físicas para que también ellos pudieran disfrutar y hacer uso del museo tanto del edificio, ahora accesible, como del discurso expositivo para el que se contó con la colaboración de organizaciones como la ONCE o la CNSE, que nos orientaron a la hora de adaptar e integrar los elementos museográficos y contenidos a las necesidades de cada grupo. Al mismo tiempo, el museo ha colaborado con fundaciones como Down Madrid, acogiendo en prácticas a personas con discapacidad intelectual de cara a su integración laboral.

Otro ámbito es el del voluntariado social. Desde hace mucho tiempo el Museo cuenta con la participación de voluntarios culturales en un programa dirigido a personas de la Tercera Edad, que colaboran activamente en la difusión de los contenidos de la exposición a través de visitas guiadas y talleres. Un aspecto importante es el de la colaboración con el mundo docente e investigador universitario. A través de los programas de prácticas de formación el museo acoge cada año a un buen número de alumnos procedentes de diferentes universidades, entre ellos la UAM, claro. Al mismo tiempo, dado el papel de la institución como punto de encuentro e instrumento de conexión entre la alta investigación y la sociedad, se lleva a cabo un amplio programa de actividades culturales posible gracias a la colaboración con los especialistas tanto de la Universidad como de otros centros de investigación. De manera más informal, las redes sociales nos permiten estar atentos a las sugerencias y opiniones de los visitantes y usuarios de la institución.

El potencial y las posibilidades del museo, de sus colecciones y del equipo humano, son enormes, por lo que hay más y más retos a los que hacer frente de cara a contar con el compromiso participativo de los visitantes y a la ampliación del diálogo comunitario.

Tu carrera profesional está muy ligada a la numismática. A la hora de reconstruir el pasado, ¿qué información nos puede aportar una moneda?

Esta es la especialidad en la que, precisamente, me formé en la UAM. Sí, en efecto, las monedas son polisémicas, portadoras de información y significados diversos por lo que ofrecen un rico material para el estudio del pasado. Por ejemplo, una dracma de Atenas del siglo V a.C., una de las monedas de la Antigüedad con una historia más intensa, era una pieza de plata con la representación de Atenea en su anverso, y la lechuza, en su reverso, símbolo de la diosa como sello o marca de la autoridad que la emitió. Así, nos habla de los dioses rectores de la ciudad, del valor de la plata como motor de la economía de la época, del sistema metrológico en el que fue emitida y el área de influencia de la polis. Acuñada en grandes cantidades, esta moneda representó la actividad comercial y el prestigio de Atenas en pleno auge, alzando una gran difusión por lo que no sólo fue usada en otros territorios, sino también fue ampliamente imitada en lugares como Egipto, Siria, Babilonia en el siglo IV a.C., o como es el caso de la colonia griega de Emporion (Ampurias), la primera que fundan los griegos en la península ibérica, que elige la iconografía del prestigioso taller monetario de Atenas para una de sus emisiones.

Pero, además, el valor de las monedas se multiplica cuando proceden de una excavación o un hallazgo arqueológico, ya sean acumulaciones (tesoros), que suelen informar de momentos de etapas críticas, o bien en ejemplares aislados, que informan de la circulación monetaria de la época, o incluso en depósitos fundacionales, o como ofrendas. A menudo la moneda es el objeto que sirve para fijar la fecha de un yacimiento o de determinado nivel arqueológico. En fin, tanto por los datos que transmiten en sí mismas, como contextualizadas en un lugar concreto, las monedas son objetos arqueológicos de un enorme valor informativo.

Uno de los episodios ligados al patrimonio que más repercusión mediática ha tenido en los últimos años fue el relacionado con el litigio del Gobierno de España con la empresa estadunidense Odyssey Marine Exploration. ¿Qué papel ha jugado el Museo en la recuperación de las piezas? ¿Cuál fue el trabajo llevado a cabo para que finalmente las piezas fueran devueltas desde Estados Unidos?

El papel que desempeñó el Museo Arqueológico Nacional en el conocido como caso Odyssey, fue muy destacado, tanto en las fases previas, durante el juicio, como en el operativo para el regreso de estos bienes culturales en 2012. En el primer aspecto, lo que se le encomendó fue precisamente el análisis de las monedas con el fin de determinar si podían aportar, o no, datos para la identificación del buque expoliado. Y, en efecto, las monedas, testigos silenciosos de lo sucedido pero no mudos, ofrecieron informaciones muy importantes que, junto con el resto de pruebas materiales y documentales, permitieron identificar la fragata Mercedes como el buque de procedencia de las piezas.

En cuanto a su regreso, fueron necesarios varias inspecciones en Florida para revisar sobre el terreno las monedas y otros objetos arqueológicos extraídos, si correspondían o no con la documentación de la que disponíamos, y colaborar en la organización del operativo con el control de las piezas y las condiciones para su regreso. Ya de vuelta, se inició un recuento pormenorizado y se empezó con la catalogación para poder poner a disposición de todos la información lo antes posible.

El expolio del patrimonio arqueológico es una realidad que no cesa. Asimismo, vemos dentro de nuestro país un gran número de espacios abandonados. ¿Cómo se puede crear conciencia de la necesidad de conservar, preservar y difundir nuestro patrimonio?

El caso Odyssey significó una nueva consideración en un tipo de material arqueológico que, por su ubicación, en las profundidades de mares, existía escasa conciencia sobre su carácter como bienes patrimoniales. Pero, evidentemente, queda mucha tarea por delante en este sentido y, en los yacimientos terrestres, sucede otro tanto y a menudo son objeto de expolio destrozando yacimientos por el puro interés económico de unos cuantos. Yo no diría que hay espacios abandonados, es obvio que no se puede poner un vigilante en cada lugar arqueológico, y tampoco tendría que ser así. Es necesario crear la conciencia de la importancia de esos espacios para el conocimiento del pasado, es importante transmitir que esos lugares, y los objetos que yacen bajo la tierra, son un beneficio en potencia para todos, fuente de conocimiento de un pasado que nos pertenece, y que pertenece también a las generaciones futuras, y que nadie tiene derecho a destruir. El papel de los arqueólogos, desde el yacimiento y desde los museos, es fundamental para la creación de ese sentimiento de protección. Hay que explicarlo y contarlo al público general, aunque sea una y otra vez. Desde luego, la labor de comunicación es muy importante si queremos cambiar las cosas y que la ciudadanía sienta orgullo y defienda un patrimonio que habla de ellos mismos.

La transformación digital en el mundo de la educación y el conocimiento es una realidad, ¿cómo aplica el MAN las nuevas tecnologías a la divulgación de nuestro pasado?

Este es uno de los aspectos en los que más nos hemos volcado, tanto en el montaje de la nueva exposición, que cuenta con más de medio centenar de audiovisuales e interactivos, así como en diferentes proyectos que hemos abordado en los últimos años. Desde luego, las nuevas tecnologías son muy útiles a efectos de comunicar los contenidos del museo y en este sentido se emprendió la renovación de su sitio web al tiempo que concluía la remodelación del museo. El objetivo era que el público pudiera contar con la información más amplia posible sobre el museo y acceder a sus importantes colecciones más fácilmente. Todos los objetos expuestos están digitalizados y disponibles, además, en una serie de catálogos on-line, que ofrecen piezas y documentos históricos seleccionados y organizados según diferentes temas.

Las redes sociales son una herramienta de difusión muy importante, en especial, para involucrar a la generación más joven. Pero el museo está en constante movimiento, y desde su reapertura se han ido implementando nuevos recursos como el de la cerámica griega en 3D, donde se muestran las mejores piezas de la colección en una gran pantalla en sala, pero también consultable a través del móvil, que permite ampliar, mover y descubrir todos los detalles de este maravilloso conjunto. La colaboración con Samsung nos ha ayudado a introducir al visitante a la realidad virtual mediante gafas Gear VR y una aplicación “Vivir en…” que adapta contenidos arqueológicos en cinco episodios para que el público pueda vivir la sensación de pasear e introducirse en las viviendas de nuestros antepasados en otras tantas épocas. O, más recientemente, el MANvirtual que permite visitar el museo desde cualquier lugar del mundo y acceder a todas las obras de la colección así como a las cartelas, paneles, ilustraciones, mapas y videos de las salas, y los enlaces a la base de datos corporativa con información ampliada. Nuestra intención es que todo el museo esté disponible, estés donde estés.

Y en esta misma línea de colaboración interdisciplinar, no quiero dejar de citar el proyecto pionero en España llevado a cabo con el Hospital Univesitario Quirónsalud de Madrid, de escaneo de cuatro momias de la colección con su equipo de tomografía computarizada (TAC), para mejorar el conocimiento de su anatomía y conocer mejor su contexto histórico. En la actualidad es un proyecto sobre el que sigue trabajando.

La Autónoma acaba de cumplir 50 años, ¿cómo recuerdas tu paso por sus aulas y cuáles crees que son los cambios que se han dado en este tiempo?

Acabé en 1984, hace mucho tiempo, aunque para mí, como suele pasar, como si fuera ayer. La imagen visual de aquella UAM muy joven entonces, como un flash, es un cuadro en blanco y verde, los nuevos edificios entonces, y el campus, limpio, diáfano. Fueron años de vivencias importantes, de formación y personales, en los que encontré compañeros con inquietudes similares a las mías y en los que descubrí la posibilidad de la Arqueología y los museos como ámbito de futuro trabajo. Encontré profesoras y profesores excelentes, motivadores, que determinaron mi elección sobre la especialidad a seguir.

Ahora, cuando llego a la UAM, veo un paisaje más poblado, como también su carácter. Creo que durante este tiempo la UAM ha evolucionado enormemente, se ha vuelto más interdisiciplinar, ofrece más diversidad y mayor gama de estudios, mejores posibilidades de movilidad, de relaciones internacionales y con numerosos servicios y atención al alumnado impensables en aquéllos primeros años. Su potencial, sin duda, es muy alto.