Creado

Mayo 28, 2022

Eva Saldaña- (BIO'99).
Directora ejecutiva de Greenpeace España.
Ecóloga y activista

Estudió Ciencias Biológicas en la UAM. En 2004  se unió a la ONG como educadora ambiental y asumió la dirección de Movilización en 2012. Desde ese cargo, ha estado detrás de varias acciones icónicas de la organización. En la actualidad ejerce la dirección de la organización 

Aquí puedes ver el vídeo de la entrevista  

  • ¿Qué estudiaste en la UAM? ¿Por qué elegiste esa carrera y la UAM?​

Estudié Ciencias Biológicas (especialidad en Ecología). Estaba entre dos carreras, INEF y Biología, dos de mis pasiones, el deporte o la naturaleza, no podía imaginarme dedicando 5 años de mi vida a algo que no estuviera intrínsecamente relacionado con mi propósito vital. Y elegí la UAM porque mi brújula siempre está más orientada hacia la montaña, en este caso en Madrid es mirar hacia el norte, hacia donde me sienta más en un espacio natural, más humano, más comunidad y el campus de la Autónoma lo sentía así.

  • ¿Cómo recuerdas tu paso por la Universidad?

El primer y segundo año se me hicieron un poco cuesta arriba, el cambio del instituto a la universidad es grande, miras alrededor y no conoces a nadie y en Biológicas éramos muchas personas…  las asignaturas me parecieron muy repetitivas respecto a lo que ya había estudiado…, se me generaban muchas dudas de si estaba donde tenía que estar… luego la cosa comenzó a ponerse divertida e interesante, los otros espacios que se generaban fuera de la facultad, las miles de interacciones y descubrimientos que ocurren, las puertas y oportunidades que se abren y una carrera que se vuelve más interesante cuando llegas a la raíz de lo que buscas en los últimos años.

  • ¿Cómo fue tu paso al mudo laboral?

Yo me sumergí en el mundo precario, becas pequeñitas que me llevaron a proyectos aquí y allí (en otros países tan lejanos como la Patagonia Argentina) en los que el aprendizaje fue muy significativo, quiero decir que no sólo me sirvieron para afianzar conocimientos sino para seguir profundizando sobre quién era yo y que quería hacer con mi vida, lo cual, echando la vista atrás puede ser de lo más importante que te puede pasar. De ahí de forma muy natural consigo mi primer “trabajo” que es directamente en Greenpeace.

  • Llevas en Greenpeace desde 2004, ¿cómo ha sido tu trayectoria dentro de la organización?

En 2002 llego a la organización como activista y durante dos años, además de participar en muchas acciones directas no violentas, diseño e implemento muchos proyectos de educación ambiental en el territorio. En 2004 aparece un puesto temporal de 6 meses como educadora ambiental por toda España que es el que me abre la puerta a trabajar en la organización. De ahí llega la oportunidad para ser responsable del Área de Voluntariado de la organización, donde estoy 3 años y otros 3 como Responsable del Área de Educación Ambiental. Me tomo 2 años de explorar otras realidades viajando sola sobre todo por Asia-Pacífico y vuelvo para incorporarme en el equipo directivo como Directora de Movilización (liderando las áreas de Activismo, Movilización, Desarrollo territorial y Voluntariado) durante 10 años, hasta el 2021 en el que doy el paso a la Dirección Ejecutiva.

  • ¿Qué cosas han cambiado desde entonces?

Ha cambiado el mundo muchísimo comenzando por el internet de la cosas hasta la evidente superposición de crisis que nos amenaza como especie, vivimos una Emergencia Climática, la pérdida terrible de la Biodiversidad y la brecha de desigualdades cada vez es más grande. Dentro de la organización han cambiado tantas cosas como lo han hecho fuera. La organización ha incorporado una visión más sistémica del trabajo, pasando de enfocar las campañas a temas muy focalizados a interrelacionarlos unos con otros e impulsar una transformación radical del sistema socio-económico. Además hemos crecido, la base social de la organización se acerca a las 150.000 personas lo que hace que seamos más fuertes y que podamos seguir manteniendo uno de los principios que nos hace más especiales que es nuestra independencia económica y política gracias al poder de la gente. Yo también he cambiado mucho, como decía Mercedes Sosa, así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.

  • ¿De qué iniciativa te sientes más orgullosa?

Aquí me pillas, me cuesta mucho elegir porque desde la más pequeña hasta la más grande de las iniciativas/experiencias siempre me traen algo de lo que me hace sentirme orgullosa. Voy a nombrarte tres que me completan como persona:

Un año trabajando/conviviendo con jóvenes líderes indígenas en la frontera entre Laos/Vietnam en el proyecto HEPA (Human Ecology Practices Area), un re-encuentro conmigo misma y con la esencia de lo que somos; Treparriscos, un espacio de aprendizaje en la naturaleza para niños/as entre 1 y 6 años creado por familias, en el que puede crecer mi hijo y pude embarcarme en crear una propuesta de transformación del modelo educativo en colectivo y atreverme a ser directora ejecutiva de Greenpeace, romper mis propios prejuicios, un salto al vacío con un pequeño paracaídas, transformarme para transformar, confiar para generar confianza, un viaje que prometía no ser fácil, pero que requería de ese paso si quería seguir empujando el sueño de un mundo verde y en paz.

  • Has vivido en diferentes países del mundo ¿qué has aprendido de estas experiencias?

He vivido en muchos rincones del mundo, sí. Desde el Sáhara, hasta la Patagonia Argentina, pasando por Nueva Zelanda y la región del Mekong. En todos ellos me he enraizado con ecosistemas maravillosos en los que me he sentido como en casa y he aprendido que tenemos que reconstruir tres puentes que son vitales: La relación del ser humano con la naturaleza, la relación del ser humano con otros seres humanos y la relación del ser humano consigo misma.

  • ¿Cuáles son los principales desafíos de liderar Greenpeace España?

El más grande yo creo es ser capaz de auto-liderarme para liderar, cuánto aprender y cuánto ser capaz de desaprender para poder gestionar lo emergente en un mundo con tanta incertidumbre, volatilidad y cambio, y además hacerlo saliendo de los patrones y estereotipos habituales para impulsar agendas más inclusivas, seguras, justas, diversas y ecológicas.

El segundo, ser capaz de distribuir el poder y empoderar todo el liderazgo que existe en la organización y que colectivamente tiene que contagiar a muchas más, a una masa crítica suficiente que nos ayude a transformar los retos que tenemos en oportunidades para todas.

Y el tercero, ser capaces de mostrar la brújula que oriente el imaginario colectivo a diseñar ecotopías, otros mundos/futuros alternativos posibles, resilientes, viables para todas, que nos generen oportunidades dentro de esta crisis de crisis. El sistema que opera está roto, no nos sirve, pero la buena noticia es que podemos construir uno nuevo, diferente y mejor entre todas.

  • ¿Qué cambios son necesarios para cambiar nuestra relación con la naturaleza?

Tenemos que empezar por re-descubrir que #SomosNaturaleza, no estamos ni por encima, ni por debajo, ni al otro lado de ella. Somos lo mismo. Y en la situación en la que nos encontramos, cuando la comunidad científica nos está hablando de un “Código Rojo para la Humanidad” más nos vale reconocer, valorar y activar nuestro instinto natural y “ser naturaleza defendiéndose a sí misma”. Si no llegamos ahí, a entender nuestra eco-dependencia y nuestra interdependencia, no vamos a llegar a tiempo. Los retos que enfrentamos requieren una transformación cultural sin precedentes y un salto cuántico en la movilización y el protagonismo ciudadano para buscar soluciones y co-crear políticas públicas que nos lleven a otro lugar.

  • ¿Cuáles son los principales retos medioambientales del futuro?

Creo que lo he ido dejando caer a lo largo de las preguntas, necesitamos un sistema nuevo, en el que seamos capaces de organizarnos social, política y económicamente de otra manera. Un sistema en el que habrá que decrecer en unas cosas, suprimir muchas otras y crecer en las más importantes, aquellas que ponen la VIDA en el centro, que nos sirven para distribuir el poder y la riqueza de forma que llegue a muchas y no esté acumulada en sólo unas pocas.

La energía tiene que dejar de ser un producto y ser un derecho que podamos obtener de una forma completamente distinta, abandonando los combustibles fósiles y la nuclear de una vez por todas, generando un sistema energético democratizado, en manos de la ciudadanía, de toda ella.

El sistema agroalimentario también tiene que ser otro, mostrar sus vulnerabilidades, romper con la devastadora ganadería industrial, dejar las falsas soluciones y la ruptura con la biodiversidad y transformarse en uno más resiliente y regenerativo basado en la agroecología, en la que el mundo rural tenga un papel protagonista y sin desequilibrios con lo urbano. 

El cómo nos movemos también es otro gran reto a resolver, junto con el modelo de superproducción y consumo y, aunque nos cueste, tendremos que prepararnos para tocar temas que nos gustan menos como son nuestros estilos de vida, sobre todo en el Norte global.

Tenemos que seguir disputando la batalla por los discursos y rompiendo el greenwashing, necesitamos cambios reales no sólo palabras. Y en ese cambio de narrativas y acciones el ecofeminismo juega un papel crucial, mostrando las opresiones del sistema que opera ahora y visibilizando sendas no recorridas aún.

En un contexto que, además, trae más tensiones y conflictos armados, tendremos que estar muy atentas al rearme y la militarización, el aumento del gasto militar y los discursos del miedo se refuerzan y nos alejamos de nuevo de lo que realmente debería ser la verdadera seguridad humana.

Y todo esto, poniendo en primera línea con más atención y foco a todas aquellas personas más vulnerables. Lo hemos visto con la pandemia mundial, si no es para todas, no nos vale para ninguna. 

  • ¿Qué puede aportar la universidad para superarlos?

La universidad tiene que orientar todo su curriculum hacia la realidad, el mundo que vivimos y el que está por llegar. Necesitamos profesionales preparados para construir un liderazgo por la vida, para transformar el sistema, para crear esas ecotopías de las que hablaba antes, para innovar y encontrar nuevas soluciones, para trabajar en colectivo y encontrar soluciones por encima de las ideologías, para abrazar la diversidad y lograr la inclusión, para no dejar atrás a nadie.

  • ¿Por qué crees que es importante mantener el vínculo con la UAM?

Porque se tiene que dar un aprendizaje en dos direcciones, la UAM tiene que empaparse del mundo real y de la diversidad de todas las personas que lo experimentamos, y nosotras podemos seguir recogiendo frutos que la universidad como incubadora sigue produciendo.