Creado

Junio 21, 2017

El pasado 15 de junio visitamos el Museo Arqueológico Nacional de un modo especial, adentrándonos en los espacios de trabajo de la mano de sus profesionales. Nos acompañaron Carmen Marcos, Subdirectora del MAN, Teresa Gómez conservadora jefe del departamento de conservación y restauración, y Paloma Otero, conservadora jefa en el departamento de numismática y medallística.

Un poco de Historia

A lo largo de nuestro recorrido nos empapamos de la historia del museo. Un espacio que, a pesar de inaugurarse en 1867, no ocuparía la actual ubicación, el Palacio de Biblioteca y Museos, hasta 1895 debido a las obras, siendo su sede inicial el Casino de la Reina. En cuanto a la idea de crear un museo de carácter nacional, surge, entre otros aspectos, de la necesidad de articular un discurso histórico del país, algo que podemos ver en otras potencias europeas como Francia e Inglaterra. La primera parada la hicimos en la biblioteca del museo, una sala de gran luminosidad a la que la última reforma le ha respetado las vigas de metal de la techumbre original. Siendo uno de los pocos edificios que conserva este tipo de elemento. La biblioteca es un espacio de investigación, rodeada de libros, pero en ella además se realizan sesiones formativas.

El taller de restauración

Seguimos avanzando por el interior del museo para adentrarnos en el taller de restauración. Nos sorprendió el gran número de herramientas que posee el taller, así como las funcionalidades de cada una de ellas. Algo necesario para desarrollar, de forma impecable por parte de los profesionales, la labor de conservación y restauración. El trato se realiza a todas las piezas que lo necesitan, independientemente de la composición de sus materiales, así vimos en la sala un bajorrelieve romano, una máscara egipcia y un fresco que ocupaba el antiguo Casino de la Reina.

Los almacenes

El museo alberga entre 1.000.000 y 1.300.000 piezas de las que se exponen 15.000. El resto están ubicadas en los almacenes que tuvimos el placer de visitar. Un gran número de salas conectadas entre sí custodian dichas piezas, algunas de ellas podemos verlas a través de vitrinas de cristal, el caso de la cerámica griega, otras están en armarios o espacios que tienen que mantener una temperatura concreta para una conservación idónea.

La cámara acorazada

La última parada la realizamos en la cámara acorazada del museo. Dicha cámara alberga una colección numismática con más de 300.000 piezas de todas las épocas. Aprendimos que las monedas son una importante fuente para investigar el pasado. Más allá del valor económico podemos ver cómo son elementos identitarios y propagandísticos.

Queremos agradecer el tiempo y la dedicación empleados por Carmen, Paloma y Teresa, así como la participación de los asistentes que nos acompañaron en la visita.