La enseñanza de la escritura manual en nuestro país nunca ha ofrecido muchas posibilidades estilísticas. El método tradicional en el que se instruye a nuestros niños se basa en la forma redonda (redondilla y redondilla bastarda), que deriva en óvalos a medida que aumenta la velocidad de escritura. Es un buen sistema, pero presenta un par de inconvenientes y el primero de ellos es que ofrece un aspecto infantil. Un adulto que escribiese empleando el mismo tipo de letra que aparecía en los cuadernos con los que aprendió, transmitiría una imagen un poco “rara”.