María Blasco

(Alicante, España, 1965)

María Blasco Marhuenda (BIO'88, Dr.BIO'93), licenciada y doctora en Biología Molecular por la UAM ha desarrollado su carrera profesional en la investigación de los telómeros y la telomerasa. Tras una estancia en Estados Unidos regresó a España donde formó un equipo de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, hasta llegar a ser nombrada Directora Científica del mismo en el año 2011. Ha recibido numerosos reconocimientos tanto en nuestro país como a nivel internacional. 

Desde 2011 diriges el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), ¿cuáles son tus principales tareas? ¿Cómo es tu día a día?

Soy la Directora Científica, y mis principales tareas tienen que ver con conseguir que el CNIO no solo siga entre los mejores centros de investigación del cáncer en Europa y el mundo, sino también conseguir que nuestras investigaciones se conviertan en innovaciones. De esta manera impactar no solo en el tratamiento del cáncer, sino en cambiar el modelo productivo de nuestro país a través de la generación de nuevas empresas. En los últimos 5 años nos hemos mantenido como el segundo mejor centro de investigación del cáncer de Europa y el quinto del mundo según el Nature Index. En cuanto a innovación, hemos conseguido unos 5 millones de euros en contratos de co-desarrollo con la industria farmacéutica, hemos licenciado tres de nuestros compuestos a empresas extranjeras, y hemos generado una media de retornos anuales de unos 600.000 euros.

Además, como Directora Científica, me preocupan otros dos temas de suma importancia. Por una parte, la baja representación de mujeres en los puestos de Dirección de Investigación y, para ello, hemos constituido una oficina de Mujeres y Ciencia que tiene como objetivos luchar contra los estereotipos de genero, pero también crear conciencia de la necesidad de que se corrija la desigualdad de genero. En segundo lugar, la participación de la sociedad en la investigación que hacemos en el CNIO, para lo cual hemos creado la Iniciativa “Amigos del CNIO”, lo que nos ha permitido aumentar la financiación de programas de formación pre-doctoral y postdoctoral en el CNIO, así como captar más fondos de herencias y legados, que están siendo fundamentales para mantener la excelencia del CNIO.

Actualmente, el número de mujeres que ocupan cargos de dirección es mucho menor que el número de los hombres y la desigualdad salarial sigue siendo una realidad. ¿Qué medidas se deberían tomar para cambiar la situación?

En los últimos años se han llevado a cabo numerosos análisis y estudios acerca de la brecha o la desigualdad de género, en ciencia y fuera de ella. Supongo que hay una cuestión de fondo, cultural y muchas veces inconsciente. El objetivo último es cambiar esa conciencia, esa mentalidad, hacer desaparecer esos sesgos. Mientras tanto, hay que tomar medidas que contribuyan a cambiar formalmente la situación. Las políticas de conciliación, la igualdad salarial, las cuota, etc. Todas son herramientas útiles para promover la igualdad en el trabajo. A la vez que las implantamos, debemos educarnos en la igualdad, hacernos conscientes de nuestras propias actitudes y de las ajenas.

No se trata simplemente de que haya más mujeres directivas sino de que los valores y el sistema permita a esas mujeres llegar a esos puestos sin tener que renunciar a más cosas que los hombres. El efecto de la incorporación de las mujeres a estos puestos de toma de decisiones se traducirá en la incorporación de más mujeres a mandos intermedios, que serán también parte del cambio. Estos son algunos de los motivos por los que tenemos la oficina de Mujeres y Ciencia en el CNIO.

En diversas ocasiones has manifestado la importancia de la divulgación científica en un lenguaje comprensible para el conjunto de la sociedad, ¿qué acciones está llevando a cabo el CNIO para dar a conocer sus trabajos?

Por un lado, contamos con un Departamento de Comunicación que trabaja en la difusión de la actividad científica y no científica del centro a través de notas de prensa, redes sociales, etc. A través de este departamento, informamos directamente y a través de las relaciones con los medios de comunicación de las investigaciones que se llevan a cabo en el CNIO, los premios y reconocimientos que reciben nuestros investigadores, entre otras cuestiones. 

Además de esto, tenemos varias actividades e iniciativas de science outreach en las que fomentamos el contacto directo con la gente (La Noche Europea de los Investigadores, La Semana de la Ciencia. Uno de estos proyectos es CNIO & The City, que comenzó en 2017 gracias al apoyo de la FECYT y la Obra Social “la Caixa”. Está dirigido a alumnos y profesores de secundaria y bachillerato y engloba varias actividades. El objetivo es, por un lado, que los participantes conozcan de primera mano qué hacemos y cómo lo hacemos, y, por otro, despertar la vocación científica en ellos.

Alguna ocasión has comentado que, en el futuro, los tratamientos para el cáncer serán más personalizados ya que se ha demostrado los tumores son genéticamente diferentes en cada persona. ¿Crees que la curación del cáncer será posible a corto o medio plazo?

El cáncer es una enfermedad asociada al proceso de envejecimiento. En la medida que consigamos vivir más años pero sigamos envejeciendo, la incidencia de cáncer aumentará. En este sentido será de crucial importancia entender esos mecanismos de por qué envejecemos para prevenir y disminuir la incidencia de enfermedades asociadas, como el cáncer. Además, cada día conocemos en más profundidad los mecanismos del cáncer y tenemos más herramientas para acabar con él. Una de las últimas revoluciones ha sido la inmunoterapia, que consiste en ayudar a nuestro propio sistema inmunológico a que acabe con el tumor.

En los inicios de tu carrera investigadora te incorporaste al laboratorio de la Dra. Carol Greider, Nobel de Medicina en 2009, en Nueva York. En ese momento es el que comienzas a trabajar con los telómeros y la telomerasa, hasta el día de hoy. ¿Qué son y qué papel juegan en el tratamiento contra el cáncer?

Durante los últimos 20 años, desde que establecí mi grupo de investigación en España, me he dedicado a estudiar el papel de los telómeros y de la telomerasa. Los telómeros son una estructuras que hay al final de los cromosomas y que son esenciales para la integridad de nuestros cromosomas y, por lo tanto, de nuestro material genético. En nuestro grupo contribuimos a demostrar que los telómeros son uno de los mecanismos esenciales del cáncer y del envejecimiento. Entre otras cosas, fuimos el primer grupo en demostrar que se podía retrasar el envejecimiento y todas las enfermedades asociadas a él, manteniendo los telómeros largos durante más tiempo. Esto lo hicimos tanto de manera genética con telomerasa (que es el enzima que alarga los telómeros), como de manera epigenética, sin modificar los genes. 

 

Ahora lo estamos aplicando a tener mejores maneras de prevenir y tratar más eficientemente varias enfermedades asociadas con el proceso de envejecimiento, como la anemia aplásica, fibrosis pulmonar, infarto de miocardio, y también el cáncer. Además, en el caso del cáncer, hemos sido los primeros en el desarrollo de estrategias terapéuticas para destruir el escudo protector de los telómeros que se llama “shelterina”, con el fin de que el cáncer pierda su capacidad para ser inmortal.

¿Por qué elegiste la UAM para realizar tus estudios de licenciatura y doctorado?

Cuando estudiaba el bachillerato, en una clase de orientación universitaria me hablaron de la Biología Molecular. El profesor era Francisco Rodríguez-Varela de la Universidad de Alicante entonces (por cierto, también fue Director de Tesis de Francis Mojica, uno de los pioneros de la Tecnología CRISPR-Cas). La charla me fascinó tanto que decidí que yo quería ser Bióloga Molecular. Al terminar la clase le pregunté al profesor Rodríguez-Varela que dónde podría realizar estos estudios y me dijo que la UAM era la mejor Universidad, y que, además, allí estaba el Centro de Biología Molecular, uno de los mejores sitios en nuestro país por aquel entonces para formarse en la materia. Desde aquel momento intenté todo lo posible para estudiar en la UAM. No fue fácil, y tuve que esperar hasta cuarto curso de licenciatura para poder trasladar mi expediente desde la Universidad de Valencia.

Realizaste tu tesis doctoral en Bioquímica y Biología Molecular en el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CSIC-UAM) bajo la dirección de Margarita Salas, Premio AlumniUAM 2017. ¿Cómo recuerdas ese período y cómo te ha influido a lo largo de tu desarrollo profesional?

Fue precisamente Margarita Salas quien me ayudó a conseguir el traslado a la UAM y terminar allí cuarto y quinto curso. Cuando finalicé tercero de licenciatura de Biología en Valencia contacté con José Miguel Hermoso, Catedrático de Biología Molecular de la UAM, para pedirle si me podría recibir un día y presentarme a alguno de los investigadores del Centro de Biología Molecular. Así conocí a Margarita Salas, que ese mismo día me admitió en su laboratorio para trabajar allí mientras hacía mis últimos años de carrera. Después, también conseguí hacer la tesis doctoral en su grupo. Recuerdo de Margarita que me preguntó por mis notas y, sobre todo, si mi intención era hacer la carrera investigadora hasta el final, incluido un postdoctoral en el extranjero. Mi respuesta, por supuesto, fue que sí.

Este año que la UAM cumple 50 años, ¿cómo ves la Universidad? ¿Qué cambios se han dado desde tu paso como estudiante?

Sin duda, los estudiantes de hoy tienen muchas más posibilidades que en mi época, gracias a los recursos y a la tecnología. Hace unos meses leí en los medios que la UAM era la mejor universidad española y la tercera de Europa entre aquellas con menos de 50 años de historia. Esto supone una prueba del buen hacer de la entidad.